La Limpieza Social en la Educación

CSU
Entre 77.000 y 87.000 estudiantes han abandonado la universidad pública o han renunciado a matricularse desde el curso 2011/2012 por la subida de los precios de las tasas y el endurecimiento en las exigencias para la obtención de becas. Con datos del Ministerio de Educación, en el curso 2011/2012 se matricularon 1,37 millones de alumnos en las universidades públicas alcanzando el nivel más alto de la década y desde entonces la cifra ha ido reduciéndose: 1,34 millones en el curso 2012/2013 y 1,32 millones en el 2013/2014.

Por el contrario en los centros privados el número de estudiantes ha seguido creciendo en el mismo periodo, pasando de 201.262 en el curso 2011/2012 a 214.512 en el periodo 2013/2014, conforme el balance provisional del informe “Datos y Cifras del Sistema Universitario Español” que elabora el ministerio.

La brutal subida de tasas en algunas comunidades disparó a más del doble el precio de las matrículas, a lo que hay que añadir una durísima política de becas y ayudas.

Al igual que en la enseñanza media, se comprueba el exagerado aumento de jóvenes matriculados en universidades privadas, sobre todo en los estudios de máster y en universidades no presenciales, cuyo ejemplo paradigmático es la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), que desde el curso 2009/2010 ha crecido casi un 900%.

A igualdad de poder adquisitivo, España es el 6º país europeo donde los precios máximos de los estudios de grado son más caros.

En el año 2013, el gasto público universitario fue de 8.774 millones de euros. Una cifra inferior a la de 2010, cuando el gasto fue de 10.208 millones de euros y próxima al gasto del año 2006, de 8.603 millones de euros.

Esta reducción se ha visto agravada por el incremento de los precios públicos de forma progresiva, que se encuentran muy por encima de la media europea, Por ejemplo, Cataluña ha incrementado sus precios públicos en un 158,4% desde 2008 y la Comunidad de Madrid lo ha hecho en un 117,3%.

Asimismo, la cuantía media de las becas universitarias en el curso 2013/2014 se sitúa en 2.562 euros y retrocede, de este modo, hasta niveles de 2004/2005.

En resumen, observamos una reducción sustancial de la inversión del Estado en la enseñanza pública en paralelo a un incremento de las subvenciones a la enseñanza privada. Por otra parte, se incrementan de manera vertiginosa las tasas universitarias y un endurecimiento de las condiciones para acceder a becas a la par de una reducción significativa de la cuantía de las mismas.
El resultado inmediato es una progresión sustancial del proceso de privatización de la enseñanza, con un trasvase de recursos de la enseñanza pública. Un caso más de conversión de los servicios públicos en negocios rentables para una burguesía sin posibilidad de expansión y que ha experimentado una notable caída en su tasa de ganancias a consecuencia de la crisis capitalista.
Pero estas medidas van más allá de la privatización o los llamados “recortes”, es decir la reducción de los ingresos directos y diferidos de la clase trabajadora. El objetivo principal es conseguir una auténtica Limpieza Social en la educación, sobre todo en la superior. El objetivo estratégico de la burguesía en el poder a través de sus gobiernos es expulsar al mayor número posible de hijos de la Clase Obrera y de otras capas populares de los estudios superiores, reservándose para sí los puestos dirigentes en la sociedad, tanto en la economía como en los estamentos elevados del aparato del Estado. Y lo están consiguiendo.
Ante tamaña agresión, la respuesta de los sectores afectados ha sido absolutamente insuficiente. Se ha demostrado una incapacidad en la necesaria coordinación y estructuración por parte de la juventud popular estudiantil.
Muchas son las causas. Oscuras organizaciones del Régimen, disfrazadas de “sindicatos” como el tristemente famoso “sindicato de estudiantes”, que con sus calculadamente ineficaces convocatorias y sus traiciones ha ido desmovilizando a los estudiantes, la mentalidad individualista e insolidaria, que evita una coordinación efectiva en el ámbito del Estado, la actuación de elementos narcisistas y sectas destructivas que provocan la fragmentación  e inefectividad de la lucha, el iluso electoralismo desmovilizador, etc…
Pero tampoco desde el Sindicalismo de Clase, bajo el que en ocasiones se esconde un verdadero corporativismo encubierto, se ha estado a la altura de las circunstancias. Los estudiantes hijos de la Clase Obrera forman parte de esta y los sindicatos que nos reclamamos de Clase tenemos el deber de afrontar esta tremenda agresión de la oligarquía a la Clase Obrera y otras capas populares. Debemos contribuir en la medida de nuestras posibilidades a la organización y a la unidad de la juventud popular.

El destino de estos jóvenes es engrosar, junto con sus hermanos de clase, ese desempleo estructural del 60% de la juventud y del 24% del conjunto de la Clase Obrera o, en el mejor de los casos, conseguir uno de esos subempleos temporales, con salarios ínfimos, que se están generalizando gracias a las reformas laborales de los distintos gobiernos y, también hay que decirlo, a la desorganización e insuficiente movilización de los trabajadores